lunes, 14 de marzo de 2011

El yin y el yang: dos formas de entender el amor

Los seres humanos podemos desarrollar en esencia dos tipos de actitudes: bajo una de ellas somos altruistas y colaboradores, y bajo la otra somos egoístas y competidores. Existen personas totalmente polarizadas hacia una de las dos actitudes por voluntad propia; por ejemplo, los monjes budistas están totalmente volcados hacia el altruismo, y los practicantes del objetivismo, hacia el egoísmo. Y también existen personas que combinan ambas formas de ser, comportándose, unas veces, de forma altruista y colaboradora, otras, de forma egoísta y competitiva, y otras, de forma parcialmente altruista y colaboradora. En algunas partes del mundo predomina el altruismo (Tíbet), de modo que el egoísmo se ve en general como algo negativo. Y existen grupos humanos donde sucede lo contrario (Tea Party Movement). Todas las guerras de la historia nacieron del egoísmo por parte de, al menos, uno de los dos bandos; todas las situaciones conflictivas del ser humano proceden del egoísmo.
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Corazón

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El símbolo del corazón es el que más frecuentemente se relaciona con el amor. Cuando aparece atravesado por la flecha de Cupido, simboliza el amor romántico, y es la forma común en la que las parejas adolescentes lo dibujan en los más variopintos lugares para dejar constancia de su amor. También se hace alusión al corazón real o al pecho de los amantes como fuente y receptáculo del amor, y son comunes expresiones como «partir» o «romper el corazón» como sinónimo de crear desamor, «robar el corazón» como sinónimo de producir enamoramiento, «abrir el corazón» como sinónimo de ofrecer amor, y una larga lista con significados en los que los elementos comunes son el amor y el alma

Cupido

La figura de Cupido en forma de putto es una imagen recurrente. En el caso del amor romántico, suele representarse con un arco y unas flechas, las cuales, a menudo con los ojos vendados, dispara sobre las personas, produciéndoles así el enamoramiento.
El origen de Cupido se remonta a la mitología romana, si bien su figura ya existía en la mitología griega bajo el nombre de Eros, el dios primordial responsable de la atracción sexual, el amor y el sexo, venerado también como un dios de la fertilidad.

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Concepción egoísta

La concepción anterior es diametralmente opuesta a la del capitalismo, que promueve el llamado «egoísmo inherente al ser humano», y sobre el cual se basa.[16] Ayn Rand defiende que el egoísmo es en esencia un sentimiento noble, y que cada persona es responsable de su propia felicidad y no de la de los demás. Este pensamiento está íntimamente ligado al capitalismo puro.[17]

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Juro, por mi vida y por mi amor por ella, que nunca viviré por el bien de otro hombre, ni pediré a otro hombre que viva por el mío.[13
Tanto El manantial como La rebelión de Atlas, las dos últimas obras de ficción de Ayn Rand, siguen apareciendo en la lista de clásicos más vendidos de Barnes and Nobles, mientras guionistas están trabajando en adaptaciones al cine de ambas obras. Según una encuesta realizada a los lectores del Club del Libro del Mes de la Biblioteca del Congreso, La Rebelión de Atlas ocupaba el segundo lugar, siendo considerado, después de la Biblia, como «el libro más influyente para los estadounidenses hoy en día». Estudiantes universitarios, profesores, hombres de negocios, Alan Greenspan, la banda de rock Rush y el principal asesor económico del presidente ruso Vladimir Putin, todos se proclaman fans de Ayn Rand.[19] En su película de 1948 Rope, y probablemente influido por los recientes sucesos del nazismo, Alfred Hitchcock ilustró mediante un ejemplo ficticio los peligros que supone llevar una idea teórica a la práctica hasta sus últimas consecuencias y sin reparar en otras consideraciones.